Sección de Investigación y Desarrollo en Prevención y Envejecimiento Activo en la Dependencia

Ámbito rural y ámbito urbano. Diferencias y discriminaciones en materia de envejecimiento activo

Estudio

Antonio Illana. Abogado y juez

  • El envejecimiento activo ha sido definido como el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad
  • La materialización y los procesos de envejecimiento activo son distintos en el ámbito rural y en el urbano
  • La Seguridad, la Salud, la Participación y el Ocio, y la Educación son los aspectos básicos en los que hay notables diferencias entre ambos ámbitos

Son muchas las definiciones que pueden darse de lo que se considera envejecimiento activo. A los efectos de este artículo, para situar la cuestión, creo que procede establecer qué debe entenderse por envejecimiento activo desde una perspectiva social o sociológica, debiendo partirse necesariamente de la constatación de que en nuestra sociedad, las personas mayores son cada vez más activas, desean mayor autonomía vital, participar activamente en nuestra sociedad, ampliar el abanico de sus actividades, viajar, fomentar sus inquietudes culturales, así como aportar su experiencia, con el objetivo final de seguir desarrollándose como personas, pero para ello es necesario poner a su disposición instrumentos que permitan dicho desarrollo.

 

Superada hoy en día la primera formulación realizada por la Organización Mundial de la Salud en el año 1990 de “envejecimiento saludable”, hemos llegado en la actualidad a una definición que encarna un modelo mucho más integrador, como es el de envejecimiento activo (OMS en el año 2.002). El envejecimiento activo ha sido definido como el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen. Este proceso de mejora de la calidad de vida se fundamenta en un triple soporte que es el fomento de la actividad física, de la actividad mental y de las habilidades sociales. El objetivo no es solamente extender la esperanza de vida, sino que esta etapa de la persona se viva con plena autonomía y con calidad.

 

Creo necesario señalar claramente que, desde el punto de vista jurídico el envejecimiento activo está entroncado con el reconocimiento de los derechos humanos ligados a la independencia, la participación o la dignidad de las personas mayores. Coartar las posibilidades y actuaciones ligadas a ese envejecimiento suponer limitar o atacar tales derechos humanos.

 

Si, como se ha señalado, los determinantes del envejecimiento activo son económicos, sociales, físicos, personales (psicológicos y biológicos) y comportamentales (estilos de vida), la cuestión que se suscita en el presente artículo es si todos estos elementos son igualmente accesibles en el ámbito rural y en el ámbito urbano. Pensemos desde una perspectiva estrictamente económica: los Ayuntamientos de pequeños municipios rurales no poseen la capacidad económica de organizar la batería de actividades que puede proporcionar el Ayuntamiento de una gran ciudad. Por otra parte, la geografía condiciona los modos y estilos de vida y posiblemente la consideración de cómo se entiende lo lúdico tenga poco que ver si confrontamos las expectativas y la experiencia de una mayor que viva en la zona céntrica de una capital de provincia con un mayor que resida en un municipio de la sierra de Cazorla en Jaén, en el poniente granadino o en la sierra de Huelva.

 

En consecuencia, podemos preguntarnos con fundamento si la materialización del envejecimiento activo es igual en el ámbito rural que en el ámbito urbano, y ya de antemano podemos adelantar que, según mi opinión la respuesta es que no, lo cual no supone que en ámbito rurales no podamos hablar del derecho de las personas mayores a un envejecimiento activo, sino que la materialización y los procesos de envejecimiento activo son distintos en uno y otro ámbito.

 

Medio rural y urbano

El medio rural representa el 90% del territorio nacional. Sin embargo, más de 6.000 municipios cuentan con menos de 2.000 habitantes y la tasa de envejecimiento supera el 30%. La vida en los pueblos de menos de 5.000 habitantes no atrae a las personas jóvenes, produciéndose fenómenos de despoblación, pero no debemos olvidar de tras de estos movimientos poblacionales se escapan médicos, técnicos, profesores, emprendedores o empresarios y un sinfín de profesionales cualificados necesarios para gestionar el día a día de cualquier localidad. Por otra parte, los modelos sociales y educacionales en el ámbito urbano mantienen enormes diferencias con el ámbito rural, por ejemplo en la asignación del papel de la mujer o en la forma de aproximarse a ciertos temas considerados tabú en el ámbito rural y planteados de forma más abierta en los ámbitos urbanos, como la cuestión de las relaciones sexuales o el sexo en la tercera edad.

 

No es necesario existir más en estas evidentes diferencias, Por encima de ello, considero más importante señalar que no podemos renunciar a la idea y al objetivo de que los procesos de envejecimiento activo deberían tener las mismas posibilidades de desarrollo en el ámbito rural y en el ámbito urbano. Para hacer eso posible es necesario hacer accesible a las personas mayores los circuitos informativos y los programas de actuación que implanten las administraciones y que se motive a los mismos para que lleven a cabo y participen en  los programas y acciones ofertadas. En este ámbito no deben existir diferencias y el derecho a la participación social y cultural comienza por el conocimiento de los mecanismos y posibilidades puestas a su disposición por parte de las personas que finalmente son los destinatarios de los mismos.

 

En lo que no existe diferencia entre ámbito urbano y rural es en la disminución de la mortalidad experimentada en los últimos años y, con ello, la creciente duración media de la vida en pareja. En ambos sexos no deja de incrementarse la proporción de personas casadas, aunque el número de viudas sigue siendo mayor que el de viudos. En lo que si existe diferencia es en el estado civil de las mujeres mayores, que resulta mucho más heterogéneo en el medio urbano que en el rural. Las mujeres que habitan en las grandes ciudades envejecen relativamente menos en pareja y su estado civil es más heterogéneo que las que viven en el ámbito rural. En los núcleos urbanos se viene observando en los últimos años un aumento importante de demandas de separación o divorcio entre cónyuges mayores de 65 años.

 

Notables diferencias

 

También existen notables diferencias en lo que se refiere al tipo y número de personas que viven en el hogar cuando entre estos habitantes existe un mayor. Los hogares de una sola persona son especialmente frecuentes en el medio rural y también son significativamente más frecuentes en las grandes urbes que en las ciudades de tipo medio. Por el contrario, llama la atención la relativa escasez de hogares de cuatro o más miembros en el medio rural, número que es más pequeño cuanto menor es el tamaño de la población de residencia. Curiosamente, y frente a lo que pudiera pensarse a la vista de los datos anteriores, la convivencia entre varias generaciones resulta en las sociedades actuales bastante más corriente en las áreas urbanas que en las rurales. En el ámbito rural, el que el envejecimiento en pareja sea más frecuente hace que muchas personas mayores, aumenten sus posibilidades de vivir solo en caso de que enviudaran, al tener como un objetivo fundamental evitar el desarraigo y cambiar de residencia. Por el contrario, en el ámbito urbano muchos mayores viudos terminan residiendo en el hogar de alguno de sus hijos o familiar.

 

Entender el envejecimiento activo como un proceso que sucede a lo largo de todo el curso vital nos obliga a considerar la diversidad del mismo. Aunque se hable del colectivo de personas mayores lo cierto es que se trata de un grupo muy variado, entre otros factores, según el lugar donde se viva –rural o urbano-. En este sentido, la creencia de que son mayores las posibilidades de plantear y ejecutar actividades relacionadas con el envejecimiento activo en la ciudad que en el ámbito rural no deja de ser una visión desenfocada de la realidad. Las posibilidades son las mismas, pero es necesario tener en cuenta que los deseos, ilusiones y motivaciones de una persona mayor en un pequeño núcleo rural son distintas a la de un mayor que vive en una gran ciudad. El éxito estará en saber conectar con las motivaciones y las ilusiones de cada persona en razón de donde viva. Posiblemente la convocatoria de un campeonato de petanca en un municipio rural tenga más éxito y aceptación que una importante actividad cultural. Por el contrario, entre los mayores de núcleos urbanos, actividades relacionadas con el senderismo y el turismo rural tendrían un éxito que, sin duda en un núcleo rural nunca alcanzarían.

 

Existen cuatro aspectos básicos del conjunto de elementos que configuran el envejecimiento activo sobre los cuales me gustaría hacer unas reflexiones breves en relación a las posibles diferencias que pueden existir entre el medio rural y urbano: la Seguridad, la Salud, la Participación y el Ocio, y la Educación.

 

  1. La Seguridad

 

Cuando los signos de envejecimiento hacen su aparición, en la persona comienza a agudizarse una preocupación fundamental: la seguridad. Esa preocupación básica por su seguridad en el tiempo futuro afecta a tres áreas muy particulares: la personal, la económica y la familiar.  Sin embargo, la sensación de “riesgo” se percibe de forma distinta para cada una de estas tres áreas en las personas mayores que se ubican en un ámbito rural, frente a las que viven en entornos urbanos. Un ejemplo de esto es la viudez femenina en el ámbito rural, en algunas zonas con alta prevalencia de mujeres con una edad muy avanzada, la muerte del cónyuge le afecta tanto en lo personal, como en lo afectivo, (relaciones sociales y familiares). Igualmente le afecta de manera importante en su independencia económica, situación distinta a la que se vive en entornos urbanos, en los cuales, curiosamente genera mayor preocupación  el aspecto de las relaciones sociales. En dichos entornos urbanos la identificación de soledad y aislamiento es mucho más pronunciada que en el ámbito rural.

 

La seguridad en esta etapa de la vida, también se identifica con la defensa del sentimiento de comunidad en el mundo rural. Muchas personas mayores del ámbito rural recelan frente a la “invasión de gente forastera” que alteran sus costumbres y los elementos que sustentan la tradición en la comunidad. Por el contrario, en el ámbito urbano, precisamente el modelo de cambio, innovación y evolución es el imperante. La conclusión es que cualquier programa de intervención o de actuación, debe tener en cuenta los elementos que configuran este sentido de comunidad en el entorno rural, y que deben ser respetados.  En el ámbito rural, la importancia de las relaciones interpersonales que se definen por ser relaciones basadas en el “cara a cara”, la historia compartida y los referentes comunes, el valor del apoyo y los espacios naturales de encuentro. Cualquier actuación que no respete estos elementos está condenada al fracaso y genera inseguridad en la persona mayor. Algunos programas de actuación e intervención con las personas mayores en el ámbito rural han fracasado porque han partido de la premisa del “lo hago para ti”, olvidando que en este ámbito la premisa fundamental debe ser “hazlo conmigo”. 

 

  1. La Salud

 

Sin un estado adecuado de salud, los criterios de lo que supone el envejecimiento activo son claramente una panacea. En materia de salud, las prestaciones sanitarias básicas en nuestra sociedad actual están completamente garantizadas. Sin embargo, en la medida en que la salud no es solamente la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, en el caso de personas mayores, muchos de ellos requieren una atención y cuidado continuado. En el ámbito urbano, las transformaciones sociales y los cambios que se producen en la estructura familiar, están teniendo como efecto desligar a la familia del cuidado de los ancianos. Por el contrario, en el ámbito rural, esta atención permanente es más frecuente por los lazos más fuertes existentes entre miembros de la comunidad. Por contra, las carencias del sistema de salud, sobre todo en áreas especializadas se hacen más evidentes. 

 

En consecuencia, en el ámbito urbano sería deseable la implementación de programas que potencien las relaciones sociales de los mayores, mientras que en el ámbito rural deben instaurarse un mayor número de áreas o de profesionales sanitarios especializados en geriatría en los ambulatorios o centros de salud de municipios pequeños, servicios que contarían con una alta tasa de potenciales usuarios. Estadísticamente se ha demostrado que en los casos en los que el personal profesional que atiende estos servicios es del mismo núcleo de residencia que el mayor que requiere dichos servicios, el grado de aceptación es mayor. En el ámbito urbano, este dato es poco significativo.

 

  1. La Participación y el Ocio

 

Tanto las personas mayores del ámbito rural como del ámbito urbano tienen un elemento en común: su separación del mundo productivo. Las personas mayores en una proporción muy elevada afirman que la gran mayoría de las actividades que pueden realizar por sí mismos superan el umbral del 90%, por lo que podemos decir que a pesar de su ancianidad se encuentran en un estado que les permite realizar múltiples actividades por sí mismos. Las personas mayores que viven en el ámbito rural, se sienten más satisfechos de su entorno y de sus relaciones sociales que, aunque siendo menores a las que puede tener un anciano urbano al poseer una menor red social, son más intensas y frecuentes. Además, los elementos culturales, que tradicionalmente han funcionado como mecanismos de adhesión de los individuos a la colectividad, lejos de haberse relajado, se han acentuado; tal es el caso de la revitalización de ciertos ritos y fiestas populares.

 

Los vecinos son una relación muy importante en los pueblos. Dependiendo de las características de los municipios, zonas de interacción como parques, pequeñas plazas o algún comercio, se convierten en el marco de interacción y comunicación con el exterior.  Sin embargo, en materia de posibilidades prácticas de acudir a actividades participativas es donde existe mayor diferencia entre los ámbitos rural y urbano. En el ámbito urbano se viene observando y  estudiando una nueva categoría de personas que son los llamados viejos jóvenes, (grupo que se esta incrementando con notable rapidez formado por jubilados y sus cónyuges, en plenas facultades mentales y físicas y cuyo principal rasgo distintivo es tener un nuevo y mayor tiempo de ocio). Son personas con una situación económica relativamente acomodada y que cada vez cuentan con una mejor formación y son activos socialmente e importantes consumidores de bienes y servicios. En muchos casos provienen de sectores profesionales cualificados que difícilmente se encuentran en zonas rurales. Estas personas demandan unos servicios que se le ofertan en grandes núcleos de población y que no tendrían razón de ser en ámbitos rurales, por ello, el catalogo de actividades en las ciudades es enormemente mayor que en el ámbito rural.

 

Pero junto a lo anterior, otra de las circunstancias que puede explicar esta situación de mayor oferta participativa en el ámbito urbano es la falta de recursos o la falta de rentabilidad que supone para los Ayuntamientos de núcleos pequeños, incapaces de sostener unos servicios o recursos, que individualmente no podrían conseguir debido al número de personas que podrían ser potenciales usuarias de los mismos o su elevado coste de mantenimiento.  Este problema podría verse en parte solucionado mediante el sistema de mancomunar actividades entre municipios limítrofes y con distancias y comunicaciones asumibles a la hora de participar en las actividades que se organizaran. Esta oferta de servicios o actividades no puede olvidar la especial idiosincrasia de los mayores que viven en el ámbito rural. Deben ser actividades adaptadas a sus gustos y preferencias.

 

  1. La Educación

Una gran mayoría de los mayores que han residido tradicionalmente en entornos rurales no han recibido ninguna educación formal completa: algunos pocos son analfabetos o tiene una escolarización incompleta; la mayor parte ha aprendido rudimentos de lectura y escritura fuera de la escuela y muy pocos gozan de educación o estudios superiores. Es evidente que lo anterior tiene decisiva influencia en la capacidad funcional de estas personas para desenvolverse en la sociedad moderna. El disponer de menos educación, es uno de los factores, (junto con la escasez de recursos económicos, una peor salud o el estado civil), son factores que van en detrimento del tiempo cotidiano dedicado a las actividades vinculadas al envejecimiento activo. Al contrario, el alto nivel de educación, unas relaciones familiares satisfactorias o la participación en actividades sociales interactúan positivamente con el bienestar del mayor. En todo caso, la educación previa influye en el proceso de envejecimiento activo, pero el aprendizaje cultural durante ese proceso lo mejora sensiblemente. De cualquier manera, es probable que los intereses de los mayores de una ciudad tengan poco que ver con los de poblaciones de ámbito rural.  En este último, es primordial potenciar la educación de adultos, pues facilita la alfabetización de un importante número de personas que alcanzaron su edad adulta con importante déficits, sobre todo mujeres del medio rural.

 

Podemos concluir estas líneas diciendo que las personas mayores que viven en comunidad no son ni pueden ser simples espectadores de la realidad, la clave es que estén integrados, que se sientan integrados, que sean conscientes de ello y además que sean actores-creadores de su propia identidad.  La comunidad existe si las personas piensan que están en ella, que forman parte de ella y la mejor forma de potenciar esta integración es fomentar la participación y las actividades en las que los mayores se sientan cómodos y no como elementos extraños. No existe un patrón de envejecimiento activo, sino muchas formas de generar actividad durante el envejecimiento. Envejecer en un ámbito u otro no tiene porqué ser ni más sacrificado ni más gratificante. Lo importante es que ante la nueva posibilidad que se abre del tiempo libre, los mayores conozcan las posibilidades que se abren ante ellos y sepan escoger y utilizar aquellas que les resulten más atrayentes.