Sección de Investigación y Desarrollo en avances Intergeneracionales en pro de una sociedad Inclusiva

Los niños, actores clave de bienestar cuando las generaciones de la explosión demográfica seamos mayores

Estudio

Reflexiones de Francisco Abad, de la Fundación Empresa y Sociedad, tras leer el informe “La infancia en España 2014” (UNICEF)

 

  • En España los presupuestos para infancia son un tercio menos que en la UE.
  • Las privaciones temporales que experimenta un niño tienen un efecto irreversible en sus capacidades futuras y, por extensión, en las de la sociedad.
  • Parte de la solución pasa por proyectar la solidaridad que viven los miembros de las familias extensas, sobre todo de las personas mayores con sus hijos y nietos.

 

Cuando hablamos de que la sociedad envejece parece que es solo porque vamos a vivir más años. Sin embargo, la media de edad de la sociedad aumenta también porque nacen menos niños. Por otro lado, sabemos que la cuantía de nuestra pensión con el actual sistema de reparto dependerá del número de cotizantes cuando nos toque cobrarla, o sea de los que hoy son más pequeños. Sin embargo, no solemos relacionar la situación actual de la infancia y las políticas de familia con nuestro futuro bienestar.

 

La tendencia es que en 2023 haya casi un millón menos de menores de 10 años que hoy (un 20,4% menos). La tasa de fecundidad es de 1,32 hijos por mujer, muy lejos de la de reemplazo generacional del 2,1. Unos datos cuya gestión requiere políticas de carácter familiar. Porque en España los presupuestos para infancia son un tercio menos que en la UE, y la dotación presupuestaria para infancia, donde un 65% se destina a educación, ha caído en términos reales un 6,8% desde 2007. En parte por eso tenemos altos niveles de fracaso escolar (el 23,1% de los alumnos acaban ESO sin obtener la titulación) y abandono educativo temprano (el 23,5% no continúan los estudios tras la ESO, el peor porcentaje de Europa duplicando prácticamente la media de la UE) así como unos resultados educativos poco brillantes según el informe PISA. Por otro lado, la inversión pública en políticas de protección social de infancia y familia en España es del 1,4% del PIB frente al 2,2% de la UE28 o un 2,3% de la UE17.

 

Falta de reconocimiento social

 

Económicamente, la pobreza de un hogar aumenta de manera proporcional al número de niños que viven en él salvo que haya algún factor corrector. No los hay apenas en España, como refleja que la tasa de pobreza en hogares con dos adultos sea del 14,8% cuando no tienen niños, del 23,3% cuando tienen niños y del 46,9% cuando tienen tres o más niños. O sea, no solo se trata de una falta de reconocimiento social a las familias por el cuidado de sus hijos sino también de un castigo práctico en forma de pobreza, obstáculos a la carrera profesional o sobrecarga de responsabilidades. Sin olvidar que las privaciones temporales que experimenta un niño tienen un efecto irreversible en sus capacidades futuras y, por extensión, en las de la sociedad.

 

Proteger y educar a los niños no se debería restringir al ámbito familiar. Debe ser tarea de la sociedad en su conjunto, porque los niños serán actores clave de bienestar cuando las generaciones de la explosión demográfica seamos mayores. Una sociedad que necesita voces nuevas y más potentes, porque el coste electoral de que los de siempre no realicen inversiones, y cambios de calado en relación con la infancia, es pequeño debido a que sus efectos a corto plazo son invisibles.

 

Posibles Soluciones

 

Parte de la solución pasa por proyectar la solidaridad que viven los miembros de las familias extensas, sobre todo de las personas mayores con sus hijos y nietos. Una solidaridad sin la que no habríamos podido asimilar el fuerte revés socioeconómico de los últimos años, que ha sido muy superior al que nos dicen los pequeños decrecimientos porcentuales de un PIB que no considera las importantes aportaciones invisibles a “lo común” que realizan las familias y la ciudadanía en términos de cuidados personales y dedicación gratuita no cuantificada. Aunque acaba de incorporar la prostitución y el contrabando. Una solidaridad intergeneracional que debe salir del ámbito de lo callado y conquistar las primeras posiciones del debate público.