Sección de Investigación y Desarrollo en avances Intergeneracionales en pro de una sociedad Inclusiva

Los Programas Internegeracionales y el Aprendizaje a lo Largo de la Vida (ALV)

Estudio

Mariano Sánchez Martínez,

Profesor de Sociología de la Universidad de Granada (España) y experto en Intergeneracionalidad  

 

CLAVES DEL ESTUDIO

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  • El aprendizaje a lo largo de la vida (ALV) es fundamental para la inclusión social, la empleabilidad, la ciudadanía activa y la realización personal.
  • El trabajo intergeneracional puede colaborar en la eliminación de barreras en torno al ALV.
  • Que personas de distintas generaciones practiquen juntas el ALV no sólo les permite aprender sino que, mientras aprenden, pueden tomar conciencia de su ubicación en el ciclo vital.

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Aprender a lo largo de toda la vida ha pasado de ser una experiencia personal a ser un principio organizador de nuestras sociedades. El ser humano no deja nunca de aprender -de hecho, nunca ha dejado de hacerlo a lo largo de la historia- pero, en la actualidad, esa posibilidad se ha convertido en una especie de imperativo: debemos vivir -se nos dice- con la intención consciente de aprender mientras vivimos: “El aprendizaje a lo largo de la vida es fundamental no sólo para la competitividad y la prosperidad económica de la Unión Europea sino también para la inclusión social, la empleabilidad, la ciudadanía activa y la realización personal. Las personas deben ser capaces de actualizar y completar su conocimiento, competencias y habilidades a lo largo de su vida” (AGE, 2010: 3).

 

El Aprendizaje a lo Largo de la Vida (ALV) encaja con una sociedad en la que las etapas del ciclo vital se han vuelto más fluidas: frente a la triple división formación-empleo-jubilación hoy se potencia que la formación y el aprendizaje sean continuos, desde que nacemos hasta que morimos. En este sentido, estamos en transición desde una sociedad fragmentada por edades –a cada cual le corresponde hacer algo distinto según su edad- a otra más integrada etariamente –hay ciertas actuaciones que podemos y debemos hacer todos, tengamos la edad que tengamos-.

 

Pero, ¿tienen siempre las personas de distintas edades la misma propensión a aprender? ¿Pueden acceder de la misma forma a oportunidades para el ALV? No. Existen importantes desigualdades: por ejemplo, sabemos que la práctica del ALV disminuye con la edad y con el nivel de educación obligatoria.

 

En este contexto, el trabajo intergeneracional puede colaborar en la eliminación de barreras en torno al ALV. ¿Cómo? Repasemos algunos argumentos al respecto.

 

En el año 2000 el Instituto de Educación de la UNESCO puso en marcha el programa Promoviendo el aprendizaje, las políticas, la investigación y las redes intergeneracionales. T. Ohsako (2002), investigador principal del programa, trató de responder a la cuestión "¿Cómo contribuyen los Programas Intergeneracionales (PI) al ALV?" En su opinión, lo hacen de 5 formas distintas:

 

  1. Estableciendo, entre personas jóvenes y mayores, las bases de una cultura del ALV. Los PI ayudan a que las generaciones se reconozcan mutuamente como capaces de aprender de forma continua. También prestan apoyo a las generaciones escolarizadas para que no pierdan la conexión con la comunidad extra-escolar más amplia en la que, cuando dejen la escuela, encontrarán las oportunidades para practicar el ALV.
  2. Facilitando el conocimiento de la diversidad cultural que acompaña a las distintas generaciones y, así, invitando a abrirse al ALV al ser capaces de reconocer que todas las personas, con independencia de su edad, tienen algo que enseñar.
  3. Fomentando las actitudes positivas de unas generaciones hacia otras. Si es cierto que los otros son fuente de ALV necesitamos aprender a conocerles y a conectar con ellos. Y eso requiere práctica, cosa que aportan los PI: “Los programas intergeneracionales ofrecen su apoyo a la noción de ‘Aprender a vivir con los otros’” (p. 198).
  4. Integrando en el ALV el aprendizaje de habilidades y de temas de la vida, con perspectiva histórica.
  5. Logrando que las personas participantes en un PI se beneficien de la experiencia de cruzarse con otras generaciones.

 

Sabemos que los buenos PI son medios adecuados para que distintos grupos generacionales  aprendan y se enseñen mutuamente. Sólo hay que fijarse, por ejemplo, en los PI en que grupos de personas mayores y jóvenes avanzan juntas en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. ¿Y qué decir, siguiendo con los ejemplos, de las generaciones que aprenden juntas a diario en centros de adultos o en el marco de programas universitarios para personas mayores?

 

Que personas de distintas generaciones practiquen juntas el ALV no sólo les permite aprender sino que, mientras aprenden, pueden tomar conciencia de su ubicación en el ciclo vital -¿En qué etapa de mi desarrollo personal me encuentro?- y en el curso vital -¿Qué relación existe entre cómo vivo mi edad y el marco socio-histórico en el que vivo?-. Esta toma de conciencia coloca a la persona en perspectiva y la puede situar ante de posibilidades inexploradas con respecto a lo que hacer y aprender.

 

Por otro lado, enfocado desde el prisma intergeneracional, el ALV contribuye a anudar las generaciones y a que entre ellas se produzca el indispensable traspaso de legados sin el cual no es posible nuestra supervivencia como especie. Aprender a lo largo de la vida sin traspasar parte de ese aprendizaje a quienes vienen por detrás abriéndose paso supone renunciar a una parte del obligado compromiso que tienen las personas de más edad de cuidar y alimentar –en el sentido amplio del término- a quienes van incorporándose al mundo. Sensu contrario, que las generaciones más jóvenes des-cuiden a las más mayores implica un derroche de información, conocimiento y experiencia que nuestra sociedad no se puede permitir.

 

Los PI constituyen una oportunidad para que el ALV sirva para conectar, para unir edades y grupos generacionales. El ALV puede contribuir a hacer cierto el deseo de construir sociedades para todas las edades en las que, además de que las generaciones puedan vivir juntas, también puedan permanecer inter-dependientes conservando el grado necesario de cohesión social que nos permita acometer el compromiso compartido de mejorar el mundo.

Si somos intergeneracionales por naturaleza, necesitamos un ALV intergeneracional.

 

NOTA: Este artículo es una versión editada del Documento Técnico con el mismo título publicado en su día por la Red Intergeneracional del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) de la que Mariano Sánchez fue coordinador. Y editado para el Boletín Nº 13 del Programa Iberoamericano de Cooperación sobre el Adulto Mayor de la OISS dedicado a las Relaciones Intergeneracionales en Iberoamérica.

 

REFERENCIAS

  • AGE (2010). Lifelong learning. A tool for all ages. Brussels: AGE.
  • Ohsako, T. 2002. The Role of Inter-generational Programs (IP) in Promoting Lifelong Learning for All Ages. En C. Medel-Añonuevo (Ed.), Integrating Lifelong Learning Perspectives (pp. 186-207).  Hamburg: Unesco Institute for Education.