Isabel Cabetas Hernández, Doctora en Psicología, escritora e investigadora del mayor
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Claves del Artículo
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INDICE:
1. INTRODUCCIÓN
Ante el deterioro que conlleva la edad cabe pensar en que el primer objetivo para la autonomía del envejecimiento sea vivir con un mínimo e imprescindible control del organismo.
Volvamos a la infancia: Lo primero que requiere el bebé en su desarrollo es también su mínimo control corporal.
La salud del mayor dependerá en gran parte de mantener la que de joven ha conseguido o de modificar hábitos equivocados en su juventud, ralentizando el decaimiento inevitable, atajando infecciones y procurando neutralizar el sistema oxidativo celular, para acercarse al bienestar del adulto sano de 40 años.
Revisaremos cómo atender un básico control de esfínteres, sueño, dieta equilibrada y ejercicio físico moderado en aceptable equilibrio psicológico individual y social.
Excluimos de este posible control autónomo a quien, por enfermedad evidente, requiere tratamiento médico excepcional para controlar factores de riesgo. Los expertos aseguran que un 80% de los cuidados que necesita un enfermo crónico puede proporcionárselos él mismo si tiene preparación y formación suficientes (Mayordomo J, 2011).
En este control habrá actividades apropiadas para ello que puedan ejercerse en soledad o compañía y esta puede ser inter-genérica (hombre y mujer) o inter-generacional (diferentes edades), a discreción propia.
2. TRASTORNOS DEL SUEÑO
En las personas mayores se producen cambios especiales en el dormir, y sobre todo en aquellas que tienen problemas para resolver conflictos interiores, ya que el equilibrio psicológico importa y repercute en el buen dormir. También hay que comprender que, con la edad, son suficientes menos horas de sueño y por tanto no es conveniente forzar el tiempo dedicado a ello.
Es también frecuente la depresión latente de la persona de edad por dificultad de adaptarse a los cambios operados en su vida diaria, que no siempre son deseados o bien asimilados, como pueden ser su propia evolución física o psíquica, las pérdidas por muerte de seres cercanos o demasiadas situaciones familiares nuevas. Por otra parte, la baja hormonal y la carencia de melatonina suelen alterar los ritmos circadianos (ritmos del sueño), produciéndose un sueño polifásico irregular que suele diagnosticarse falsamente como insomnio.
Un bagaje intelectual a lo largo de la biografía de cada persona es una gran ayuda para sortear tantas variables. La visita periódica al urólogo o ginecólogo por carencias o desequilibrios hormonales es muy poco frecuente en España en mujeres de edad, e impensable en la mayor parte de los hombres maduros.
La persona mayor, en momento depresivo, puede depender de los cuidados de la familia y a veces no hay recursos económicos ni intelectuales suficientes; con frecuencia ha cambiado sus ritmos de sueño y duerme durante el día, y por tanto, por la noche se encuentra muy despierto y no puede evitar molestar el descanso familiar.
Rápidamente el ama de casa consigue en la consulta médica este falso diagnóstico de insomnio y una medicación de ansiolítico leve, en el mejor de los casos: un Orfidal, por ejemplo, que altera poco la esfera cognitiva pero algo más la motora. Así medicado el mayor sale a la calle con evidente torpeza, y vuelve a casa a dormir frente al televisor a no importa qué hora. Con lo cual el ciclo de sueño sigue alterado, continúa molestando a la familia por la noche y el ama de casa vuelve a reforzar la solución: dos Orfidal en vez de uno.
En este contexto, aumenta la torpeza del mayor, que cae y se rompe una cadera. Lo que era una simple dificultad diaria se convierte en minusvalía que adelanta, si no precipita, la dependencia, la depresión, nuevos accidentes y a veces la muerte, a la que llega en condiciones de deterioro aún más importantes, desde luego.
2.1. Tratamiento del insomnio: ¿Medicación o psicoterapia verbal?
El insomnio biológico sin clara causa psicológica y puntual es raro en niños, adolescentes o jóvenes; pero se produce de forma generalizada a partir de los cuarenta y cincuenta años. En los ancianos el sueño polifásico se altera; La melatonina, serotonina y otros neurotransmisores inducen al sueño.
Cuando se acuda a sustancias que favorezcan el sueño, conviene utilizar las menos nocivas: la valeriana, por ejemplo, puede ser un gran apoyo. El insomnio puede tratarse solamente con fármacos cuando es transitorio -dos o tres semanas a lo sumo, con el debido cuidado y asesoramiento médico al determinar la sustancia, cantidad y horas para administrarla. Y sobre todo, considerando previamente su eficacia si el mayor está medicado también por otros motivos, pues todos los fármacos afectan al sueño.
También se ha de preferir suministrar ansiolíticos a barbitúricos, por afectar menos a la memoria y tener escasos efectos secundarios en el SNC (Sistema Nervioso Central). De forma puntual y no habitual, en dosis no elevadas, los ansiolíticos alteran menos el sistema cognitivo y la motricidad. Ahora bien, es recomendable no pasar de dos o tres semanas de tratamiento sintomático del insomnio sólo mediante fármacos, pues convertirlo en hábito sólo lleva a la toxicidad sin eficacia y se convierte en método iatrogénico no saludable (efectos adversos del tratamiento usado). Conviene sustituir esta práctica generalizada y aplicar con prioridad la psicoterapia psicológica sobre el trastorno mental que mantiene el insomnio en el tiempo.
En EEUU el trastorno del sueño suele tratarse desde los cincuenta años con melatonina, hormona que lo equilibra; numerosos estudios epidemiológicos han demostrado sus buenos resultados. Pero en España, hace tiempo, al iniciarse la venta y consumo de melatonina en tiendas con dudosa práctica médica, se optó por determinar legalmente la prohibición de comerciarla. Actualmente ha vuelto a recomendarse en dosis de 3 a 5 mgrs (Walter, P. P. et al., 2004), y desde los cuarenta o cincuenta años de edad parece comprobado que es útil para resolver el insomnio por carencia hormonal o fallo de neurotransmisores. Los expertos hoy pueden recomendarla en situaciones especiales con la debida supervisión.
El fármaco que constituye una gran ayuda médica se puede convertir en inefectivo si se administra de manera abusiva, lo que es muy frecuente en la sociedad avanzada. Ya en agosto de 2005 Diario Médico alertaba sin resultado sobre el abuso de fármacos en las consultas médicas, especialmente de ansiolíticos. Actualmente España es uno de los países de Europa que más los consumen, cuando en realidad lo farmacológico, si no atiende el sustrato psicológico que favorece el insomnio por ansiedad, puede convertirse en arma arrojadiza. Corresponde a cada especialista determinar el tratamiento.
Una psicoterapia básica de enfoque cognitivo-conductual puede encaminar a cualquier persona con insomnio a conseguir un cambio de hábitos, acostándose y levantándose algo más tarde y, siempre a la misma hora, y evitando prolongar el tiempo de permanencia en la cama si no duerme. Dos horas antes de ir a dormir, la persona ha de procurarse la distracción -sin excesiva actividad- para alejar las preocupaciones del día. Durante la jornada sí conviene cualquier actividad, física o psíquica, e incluso a mediodía se puede hacer una siesta corta de veinte a treinta minutos. También la cena se hará unas dos horas antes de dormir, y no será copiosa pero no tan ligera que despierte el deseo de comer a medianoche; conviene evitar o disminuir durante el día las comidas con alcohol, té o café y tabaco. Un baño o ducha antes de dormir ayuda a relajarse y dormir mejor; ducha o baño que también ayuda al levantarnos, pues tienen propiedades diferentes, de activación o relajación, según el momento.
Respecto a la cena demasiado ligera tiene sus contraindicaciones: dormir con hambre no induce al sueño, y comer algo dulce lo favorece; en este aspecto, los nutricionistas y especialistas del dormir tienen diferentes criterios sobre la cena. Nuestro refranero popular castellano lo resuelve muy acertadamente: “de grandes cenas, están las tumbas llenas”. Lo que no se advierte de forma suficiente es que el estómago vacío no facilita el dormir, pero el cenar en exceso produce insomnio y pesadillas.
Por otra parte, en el sueño es muy importante asegurar el control respiratorio: la apnea es motivo de serios desequilibrios físicos y psíquicos. Respirar mal no lleva sólo a roncar sino también a no descansar bien y a cambio, quedarse dormido en cualquier lugar y a cualquier hora, o bien, a dejar de respirar en el sueño demasiado tiempo con el peligro que conlleva. Un estudio del sueño puede descubrir una desconocida apnea y ser una gran ayuda personal.
Diferentes psicoterapias reflexivas y activas de orientación dinámica pueden paliar efectos de ansiedad, con o sin insomnio, en procesos puntuales. En Noruega, por ejemplo, son frecuentes las reuniones no directivas, reflexivas, que sería deseable convocasen los Departamentos Administrativos de Sanidad o Asuntos Sociales dirigidas a grupos con dificultades de cambio coyunturales: inmigrantes recién llegados, viudos de mediana edad, separados o divorciados, parejas que ven marchar a los hijos de casa, etc. Sin duda, estas terapias ayudarían a soportar la ansiedad ante situaciones nuevas, y de hecho, ya se ofrecen en algunos lugares de Europa. Es obvia la conveniencia de psicoterapia para mayores en momentos puntuales.
Insistimos en considerar, en cualquier tratamiento de insomnio a cualquier edad, el conflicto psicológico que lo sostiene, y pasamos a ilustrar esta afirmación con un caso muy elocuente. Se trata de Maribel:
“Maribel”
Me encuentro en un Hospital de la Seguridad Social, a la salida de una conferencia inter-profesional dirigida a Personal Clínico sobre: “El sueño y sus trastornos”; al terminar, atravieso junto con mis compañeros el Servicio de Psiquiatría. Enfrente está la Unidad del Sueño.
Al oírnos hablar sobre el tema se me acerca confidencial una paciente, Maribel, del Servicio de Psiquiatría. Tiene unos treinta y cinco años y me dice convencida: “Yo tenía que tomar eso” (se refiere a la melatonina).
Supongo que mis compañeros cuando la citan en Psiquiatría y no en Unidad de Sueño lo hacen conscientes de cuál es la problemática de esta paciente: psicológica y no hormonal. No obstante, le pregunto desde cuándo tiene insomnio y me va ajustando lo que ya suponía: “Me viene de meses”. Me explica cómo aún no se ha resignado a la muerte de su madre, hace ya seis años; estaba muy unida a ella y dormían incluso juntas, me explica mientras me aclara: “con ella y un peluche, con el que sigo durmiendo”.
Cuando la madre murió de forma repentina, Maribel estaba con ella en la cama. Siempre procuró mantener esa inmadura costumbre de relacionarse con la madre y continúa obstinada en no separarse de ella.
Como en todos los aniversarios de su muerte, este año, al volver del cementerio con los hermanos, han comido juntos en casa, donde Maribel ha cocinado una receta de su madre: patatas con bacalao, exactamente igual que la hubiera hecho ella. En su empeño por negar la evidencia añade: “Si he de aceptar su muerte quiero la propia”.
¿Tendrá Maribel miedo inconsciente a comprender que acompañar a su madre es morir? ¿Que su deseo absurdo de acompañarla la lleva a la muerte? ¿Será causa de su insomnio el miedo a morir en la cama, como su madre, sin enterarse como ella?
Por suerte mis compañeros del Servicio de Psiquiatría de este Hospital son muy buenos psicoterapeutas; Maribel está en buenas manos para elaborar este trauma que difícilmente pueden resolver la melatonina ni ningún fármaco si viene aislado de un tratamiento verbal, como requiere esta situación concreta.
3. CONTROL DE ESFÍNTERES
La pérdida del control de las evacuaciones es un problema al que mucha gente suele considerar penoso e inevitable en la vejez; esta forma de pensar debe desterrarse de una vez por todas. La mayoría de los casos pueden prevenirse, o bien atenderse con éxito, ya que esta condición anormal puede ser síntoma de alguna enfermedad que requiere tratamiento.
Las estadísticas sobre este tema son inexactas, ya que un importante número de pacientes, sobre todo hombres, ocultan su estado. Se estima que el 10% de las personas mayores de 65 años padecen incontinencia intestinal o fecal, síntoma que manifiesta la presencia de algún problema relacionado con hábitos de vida, dieta, infecciones, tratamientos médicos o trastornos digestivos. Es necesario tomar este problema muy en serio, visitar al médico cuanto antes, y confiar en las alternativas de atención, las cuales –aunque no siempre ofrecen una solución total del problema- mejoran notablemente la calidad de vida del que sufre este problema.
La incontinencia urinaria psicológica -sin causa médica real- es bastante frecuente. Una previa visita al urólogo que asegure que no hay fallo evidente somático, nos ha de disponer a centrar la atención del control de orina en la propia capacidad psíquica de controlar impulsos. El control pélvico puede reforzarse con ejercicios físicos específicos y ayudas mecánicas, de venta en farmacias o en sex-shops, y adecuadas para hombres y mujeres. Es curioso destacar que las farmacias no expidan las ayudas destinadas a hombres alegando que ellos no los demandan, lo cual no quiere decir que no los necesiten pero sí que no lo reconocen. También se ha demostrado que ellos niegan su necesidad de ayuda al control urinario y no suelen visitar al urólogo para consultarlo.
Fruto del intercambio de puntos de vistas y experiencias con mujeres mayores, podemos ofrecer una sugerencia para el control psicológico de la orina, que transmito en este artículo por considerarla original y positiva: “es como engañar al ordenador o el móvil para que obedezca, encendiendo y apagando”, dice una de ellas. “Al entrar en casa, la gana contenida de orinar se hace irreprimible; entonces engaño al cuerpo con una gana enorme de defecar que no tengo en absoluto, pero me cierra el esfínter de uretra para preparar el anal. En ese mismo falso deseo continúo hasta estar instalada en el inodoro y no antes; el éxito es seguro”. Las mujeres que asistimos a esa inteligente ocurrencia reímos con ella. Pero yo la transmito por su innegable beneficio.
4. CONTROL DE DIETA Y EJERCICIO FÍSICO
La causa de disfunción intestinal entre personas mayores no dependientes se distingue por la eliminación poco frecuente de excrementos duros alternada con periodos de diarrea, y se asocia con:
A menudo se resuelve con el consumo de 2 litros de agua glucosada al día (8 vasos) y vegetales y dieta rica en fibra: verdura, lácteos, cereales, pescado carne y huevos evitando tabaco y el abuso de grasas saturadas, alcohol y café. Abusar del alcohol es muy perjudicial y demasiado frecuente en la vejez.
La dieta equilibrada ha de ir acompañada de la práctica regular de ejercicio físico moderado de 120 minutos semanales como mínimo, andar o correr, nadar o practicar un deporte, incluso bailar.
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